jueves, 25 de septiembre de 2008

MADRE CANDELARIA DE SAN JOSÉ: Una vida al servicio del Reino de Dios

El camino que conduce a la santidad siempre exige una respuesta amorosa que debe estar cimentada firmemente en Jesucristo nuestro Salvador. Para ser santo, es necesario que el Dios Uno y Trino se encarne en nuestras vidas.
Esto ha sucedido a lo largo de la historia con muchos santos que nosotros conocemos, este camino, hoy lo percibimos fulgurado en nuestra segunda Beata venezolana, la Madre Candelaria de San José, fundadora de la congregación de Hermanitas de los Pobres de Altagracia, la cual años mas tarde, el 25 de marzo de 1925 pasó a formar parte de la Sagrada Orden de las Terciarias Carmelitas Regulares. He aquí una referencia biográfica de la Madre Candelaria.
El 11 de agosto de 1863 nace la Madre Candelaria de San José, al sur de la cordillera de la costa venezolana, en Altagracia de Orituco, una pintoresca población agrícola ubicada en el estado Guárico.
Francisco de Paula Paz Castillo y María del Rosario Ramírez, fueron los progenitores de la Madre Candelaria de San José, cuyo nombre de pila era Susana Paz Castillo, el cual cambió al profesar sus votos religiosos.
El Padre Juan Pablo Cabrales, fue quien el 27 de febrero de 1864, bautizó a la Madre Candelaria, ella fue instruida con auténticos valores humano-cristianos, con el ejemplo y la palabra de sus padres.
La Madre Candelaria careció de una buena formación intelectual, pero desarrolló sus habilidades y destrezas para el trabajo, acudiendo a una escuela donde impartían talleres de manualidades, allí aprendió a cortar, coser y bordar, y con estas labores pudo solventar las innúmeras insuficiencias financieras a lo largo de su vida.
Desde muy temprana edad, la Madre Candelaria vislumbró su gran espíritu caritativo, ella poseía un gran cúmulo de virtudes. Recibió por primera vez a Jesús Eucaristía de manos del Padre González, en 1880, cuando contaba con 17 años de edad; dicho sacerdote era quien dirigía espiritualmente su vida.
La Madre Candelaria emite su profesión perpetua el día 31 de enero de 1916, cuando habían transcurrido 6 años de haber realizado sus primeros votos temporales de manos de Monseñor Sixto, en Altagracia de Orituco, su pueblo natal.
Fueron muchos los hospitales y colegios que fundo y dirigió la Madre Candelaria, entre los que se destaca el Hospital San Antonio, el cual abrió sus puertas el 13 de septiembre de 1903, con el lema “Dios es Caridad”, cuyo objetivo primordial era atender con solicitud a los más pobres y necesitados de asistencia.
Después de haber desgastado su vida por el prójimo, la Madre Candelaria de San José expiró el 31 de enero de 1940, a los 77 años de edad, sus restos reposan actualmente en la Casa Generalicia de la congregación, en Caracas.
El milagro que se le atribuye a la Madre Candelaria para su beatificación fue aprobado el
6 de julio de 2007 por S.S. Benedicto XVI.


Edgar Quintero
Marco Cueter

PABLO, SIERVO DE CRISTO JESÚS Y APÓSTOL POR VOCACIÓN (Rm 1,1)

S.S. Benedicto XVI proclama el inicio del Año Paulino: Dedicado a San Pablo, con motivo de los dos mil años del nacimiento del Apóstol de los Gentiles.

El pasado 28 de junio de 2007, en las primeras vísperas de la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, el Santo Padre Benedicto XVI en la Basílica de San Pablo Extramuros proclamó el inicio del Año Paulino a partir del 28 de junio de 2008 y se prolongará hasta el 29 de junio de 2009, con motivo de cumplirse los 2000 años del nacimiento del Apóstol San Pablo, quien llevara el Evangelio hasta los confines de la tierra.
Este año jubilar paulino se desarrollará de manera especial en Roma, donde fue decapitado San Pablo y donde se guardan sus restos, pero también se podrá celebrar en otras partes del mundo, según precisó el Sumo Pontífice en la proclamación del evento.
El Año Paulino ofrecerá la ocasión de redescubrir la figura del Apóstol, su actividad, sus numerosos viajes. Releer las Cartas que escribió dirigidas a las primeras comunidades cristianas. Revivir los primeros tiempos de la Iglesia.
Profundizar sobre su pensamiento y sus enseñanzas, meditar sobre su vigorosa espiritualidad de fe, esperanza y caridad. Peregrinando a la tumba de San Pablo, enterrado debajo del altar mayor de la basílica consagrada a este apóstol –la de San Pablo Extramuros– se podrá revitalizar asimismo nuestra fe y nuestro papel en la Iglesia de hoy, a la luz de sus enseñanzas; y al mismo tiempo se podrá rezar y trabajar para la Unidad de todos los cristianos en una Iglesia unida.
El cardenal Cordero Lanza di Montezemolo, Arcipreste de la Basílica de San Pablo Extramuros, recordó que “la Iglesia tiene necesidad hoy como ayer de apóstoles dispuestos a sacrificarse como testigos y mártires, como san Pablo", e invitó a todos los creyentes a “captar la dimensión ecuménica del evento”.
Lo más impactante de San Pablo es su conciencia de elección y de pertenencia a Cristo. En él se refleja lo propio y esencial del llamado a ser discípulo del Hijo de Dios hecho hombre. No hay dudas de que Pablo poseía un temperamento apasionado, siguió y sirvió a Cristo, y vivió para él con absoluto radicalismo. Tal es así que escribirá a la Iglesia de Galacia: "Ya no vivo yo, vive en mí Cristo; y mi vivir humano de ahora es un vivir en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí" (Gal.2, 20). En un mundo pagano fue capaz de vivir a Cristo y de anunciarlo con su vida y su palabra. Para marcar la grandeza de la fe que proponía, supo que tenía que buscar una coherencia total entre su decir y hacer. Tampoco aquí muestra timidez al manifestar su decisión más íntima y personal frente al mundo y lo que éste le ofrece. No muestra desprecio por el mundo sino un aprecio total por Aquel que le cambió la vida y se la colmó de plenitud, por lo que dirá a la Iglesia de Filipos: "Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia, lo tuve por pérdida comparado con Cristo; más aún cualquier cosa la tengo por pérdida al lado de lo grande que es haber conocido a Cristo Jesús" (Fl.3,7-8).
La Conferencia Episcopal Venezolana invita a los párrocos, a los movimientos apostólicos seglares, a los rectores de Seminarios y a todos lo agentes de pastoral a organizar actos litúrgicos y ecuménicos, actividades pastorales y sociales, con momentos de oración y meditación, para promover y ahondar en el conocimiento de San Pablo. De este modo, en este Año Paulino las distintas comunidades cristianas confirmarán su fe, esperanza y caridad en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Que en este Año Paulino nos acerquemos mas al sacramento de la Eucaristía, donde Cristo se nos da gratuitamente, para así, irradiar su amor a todos los hombres y poder anunciar la Buena Noticia, como San Pablo, a todos los confines de la tierra.

Marco Antonio Cueter Fuenmayor

II Filosofía